LA MENORCA DE LOS COLORES

  Información

Recorrido de acceso a la parada.

La visita a cala Morell es ‘obligada‘ cuando se pretende realizar un itinerario con la finalidad de obtener, en una sola jornada, una visión amplia de las características geológicas de Menorca. De esta manera, cala Morell es uno de los lugares más relevantes desde un punto de vista geológico del territorio isleño. La parada se hará en la Punta de s’Elefant o de es Campanar (en el extremo occidental de la cala), a la cual accederemos desde la calle Carrer d’Orió de la urbanización.

Este interés se debe, por una parte, al hecho de que aquí podemos visualizar el contacto entre las dos regiones geológicas en que se divide la isla: la Tramuntana y el Migjorn. Desde este punto podemos contemplar con claridad al otro lado de la cala (el de levante) cómo unas rocas de aspecto rojizo quedan abruptamente cortadas por unas rocas grises mucho más antiguas. Se interpreta que estas rocas están juntas por la acción de una falla que representa un salto en el tiempo de unos 165 millones de años.


La presencia de una gran fractura en las rocas grises (A) provocó el hundimiento de una parte de estas (B). Posteriormente, el vacío resultante de este hundimiento sería rellenado por sedimentos de tonalidades rojas arrastrados por torrentes (C).

Las rocas grises son dolomías sedimentadas en el Jurásico (hace unos 180 millones de años) y las rojas, que corresponden a las mismas que pisamos en la Punta de s’Elefant, a conglomerados. Los sedimentos que originaron estos conglomerados fueron transportados por unos torrentes que probablemente procedían de una zona próxima a las calas actuales de Algaiarens y el Pilar, hace aproximadamente 15 millones de años. Estos torrentes, de poco recorrido, pero con una gran pendiente, resultaban catastróficos. En momentos de fuertes tormentas, erosionaban altas montañas (que había en aquellos tiempos en Menorca) y podían arrastrar grandes bloques de roca, que finalmente depositaban en cala Morell, entre otros lugares.

Hay que considerar que, al llegar a la cala, los fragmentos no eran redondos. Su transporte fue demasiado corto para que hubieran rodado suficientemente para adoptar una forma redondeada. Fue el mar que se encargó de darles vueltas y más vueltas durante muchos años. Así, la rodadura de los cantos por la acción de las olas los desgastó y les confirió las formas redondeadas que observamos hoy en día. Además, hay que fijarse en que algunos de los cantos grises están intensamente agujereados. Estos agujeros fueron abiertos por animales marinos litófagos, es decir, por organismos que perforan las rocas para vivir en ellas, como son por ejemplo los dátiles de mar actuales. Todo eso indica, por lo tanto, que forzosamente cuando la mayoría de estas rocas llegaron a cala Morell empujadas por los catastróficos torrentes fueron depositadas en el fondo del mar y a poca profundidad.


Reconstrucción idealizada de cala Morell en el Mioceno, donde grandes torrentes procedentes de altas montañas arrastrarían en momentos de fuertes lluvias grandes acumulaciones de sedimentos. Los fragmentos transportados por estos sedimentos serían redondeados por la acción del mar (arriba, punto A). Los guijarros grises pueden presentar numerosas perforaciones que hicieron animales litófagos al depositar los sedimentos, como son los dátiles de mar actuales que se muestran abajo (última fotografía cogida de https://zco1999.wordpress.com/2012/07/06).


La acción de estos torrentes enérgicos quedaría anulada por una subida del nivel del mar (hace unos 11 millones de años) que provocaría el freno a la sedimentación de los conglomerados y el inicio de la que hoy es la roca más característica de la isla: el marès. Desde la Punta de s’Elefant se puede observar como por encima de las rocas rojas se llegan a identificar otras de blancas correspondientes al marès.


Panorámica de cala Morell con indicación de las rocas principales y su edad y la posición de la falla. Hay que señalar también que cerca del contacto por falla afloran restos de una antigua playa de edad cuaternaria (de aproximadamente 130.000 años). Esta roca corresponde a marès, pero fue sedimentado mucho más tarde que el marès de la Menorca blanca (Mioceno) (punto B).

En cala Morell, los conglomerados con tonalidades rojas del Mioceno rompen con la división paisajística por colores introducida en este capítulo, donde las rocas de esta edad, en la región de Migjorn, se asocian a la Menorca blanca por presentar habitualmente unas coloraciones con estas tonalidades. De hecho, tal y como se acaba de señalar, el marès blanco también es presente en la cala, por encima de los conglomerados y especialmente visible en el Cul de sa Ferrada (al oeste de la Punta de s’Elefant). En cualquier caso, este hecho es una buena oportunidad para cavilar sobre la variabilidad geológica de la isla y entender los procesos que han originado sus rocas.