INTRODUCCIÓ GEOLÒGICA DE LES PITIÜSSES

Eivissa. 

Los materiales más antiguos que afloran en Eivissa son del Triásico, y lo hacen principalmente en su zona norte. En la Punta d’en Valls es donde se encuentran los niveles más antiguos. Éstos se corresponden con una secuencia de dolomías del Triásico medio, con unos 240 Ma. Aunque en ellas no se hayan encontrado más que algunos microfósiles y bioturbación, se han podido caracterizar dentro de las llamadas facies Muschelkalk. Sin embargo, en la isla, este tipo de rocas presentan la particularidad de tener un bandeado claro-oscuro debido a la presencia de vetas de calcita y dolomita, que se denomina facies ‘zebra’ (ver foto). Todo ello representa un ambiente de fondos marinos de aguas someras. Por el contrario, la parte superior del Triásico medio contiene calizas que sí pueden preservar macrofósiles, tales como bivalvos o ammonites. 

Dejando atrás el Triásico medio, el Triásico superior insular está caracterizado, de una forma muy similar al de Mallorca, con las llamadas facies Keuper, en las que predominan arcillas multicolor con yesos y puntualmente cristales de cuarzo llamados Jacintos de Compostela. En el Triásico también tienen presencia las rocas magmáticas a las que se asocian, en ocasiones, depósitos de minerales.


El Jurásico está mucho mejor representado que el Triásico. Una parte importante de éste también se encuentra en el sector norte de la isla. La roca que caracteriza su parte inferior es, de nuevo, la dolomía que aparece de forma masiva y con un aspecto muy similar a las dolomías del Triásico medio, aunque esta vez teniendo poco menos que 200 Ma. Al igual que en el Triásico superior, se han detectado indicios de actividad volcánica. 

La alteración de la roca es la causa de que muchos de los fósiles que pudiesen contener hayan desaparecido, aunque se pueden encontrar algunos a nivel microscópico, que ayudan a la datación de los sedimentos. Una laguna estratigráfica hace que algunos tramos importantes del Jurásico medio no tengan representación en la isla. Cala Llonga (ver foto) es donde mejor se puede estudiar esta época en Eivissa. 


El Jurásico superior, al contrario que todos los materiales anteriores, sí puede ser muy rico en fósiles, habiendo afloramientos en los que hay una gran abundancia de ammonites en calizas de colores comúnmente rojizos, llamadas facies ammonitico rosso, que tienen en la zona unos 160 Ma. Aunque este tipo de roca sea la más llamativa del Jurásico superior, generalmente éste está conformado por calizas grises y amarillentas bien estratificadas. 

Durante las primeras fases del Cretácico, que empieza hace    145 Ma, la profundidad de los fondos marinos representados en la isla subió. Ello fue debido a que la actividad tectónica de entonces favoreció la formación de cuencas sedimentarias profundas. En este tipo de ambiente es donde se van desarrollando niveles de calizas, margas y margocalizas, donde fosilizan innumerables foraminíferos así como abundantes moluscos, principalmente ammonites. 

Calizas del Cretácico medio en Es Penyal de s’Àguila.

Hacia el Cretácico medio la profundidad disminuye de nuevo, favoreciendo el crecimiento de importantes comunidades de organismos propios de fondos someros, entre los que destaca un grupo de bivalvos que, a semejanza de los actuales corales, formaban arrecifes: los rudistas. 

El Penyal de s’Águila (ver foto superior) es un lugar de privilegio donde observar este tipo de antiguos ecosistemas de hace aproximadamente 110 Ma, que se encuadran en las llamadas facies urgonienses. Tras este episodio se deposita el conjunto de materiales que conforman el Cretácico superior, siendo el de Eivissa el más completo de Baleares, si bien no se encuentra unificado sino distribuido en pequeños afloramientos de los cuales destaca la Serra des Graner. 


Aunque algunos aspectos de este capítulo de la geología isleña estén todavía sin resolver, parece que durante todo el Cretácico superior el fondo marino se mantuvo estable gracias a la disminución de la actividad tectónica

Un nuevo y más potente hiato estratigráfico hace que desde fines del Cretácico (hace 65 Ma) hasta el Mioceno inferior (20 Ma) no haya registro geológico en Eivissa. Es en éste último donde tiene lugar el levantamiento de los relieves actuales mediante intensos plegamientos y cabalgamientos de las formaciones anteriores, agrupados en las diferentes unidades tectónicas. Todo ello tiene lugar como parte de un importante proceso geológico global llamado Orogenia Alpina, la cual se acompañó de actividad volcánica que ha dejado afloramientos como los próximos a Aigua Blanca.

En esta misma localidad se encuentran olistostromas, grandes masas caóticas de roca formadas por deslizamientos submarinos (ver página anterior). Aparte de éstos, las margas son las que caracterizan principalmente este Mioceno antiguo y sus fósiles son abundantes, destacando los de tamaño microscópico, muy útiles para datar los estratos. Entre las margas, pero especialmente encima de éstas, aparecen conglomerados que denotan la influencia continental de los depósitos, fundamentalmente marinos. Éstos se pueden observar en lugares como la Sierra de Beniferri.

En el Mioceno superior, hace unos 10 Ma, se desarrollaron barreras de corales en ambientes marinos tropicales que son, en esencia, las mismas presentes en el resto de islas. De este intervalo solamente hay testimonios presentes en el norte de Eivissa.

El Plioceno, que empieza hace unos 5,3 Ma, aunque presente, está muy pobremente representado. 


El Cuaternario, la última de las eras geológicas, empieza hace 2,5 Ma y tiene representación diversa, al igual que en Mallorca y Menorca. Durante gran parte de éste se desarrollaron paisajes de dunas costeras, que son las que dan origen al marés, explotado en algunas canteras. En Sa Pedrera es fácil observar estos materiales (ver foto). 

Asociadas a estas antiguas dunas se encuentran puntualmente depósitos de playas, que pueden contener abundantes fósiles de moluscos. En las zonas con cierto relieve la erosión fluvial durante el Cuaternario ha dado lugar a la deposición de sedimentos en las laderas, de los cuales el más característico de la zona es el glacis, muy continuo y visible en la zona del torrente de Labritja. 

En paralelo, y gracias a la abundancia de rocas carbonáticas, se desarrollan todo tipo de formaciones kársticas, como dolinas o cuevas.

Del Holoceno, que empieza hace 10 mil años, también existen depósitos remarcables que dan fe de la dinámica geológica de la isla. Es Codolar, una barrera costera de cantos rodados asociados a dunas, constituye uno de los mejores ejemplos de este tipo de formaciones en Baleares. 


La menor de las Pitiüses, Formentera, tiene una historia geológica mucho más reciente que su isla vecina. Los materiales más antiguos que afloran son del Mioceno superior, poco después de la Orogénia Alpina. 

En esta etapa (de 11 a 7 Ma, aproximadamente) grandes arrecifes de coral tropicales dominaban los mares poco profundos del Promontorio Balear. Éstos dejaron grandes zonas calizas que actualmente conforman una buena parte de la isla, siendo los acantilados de La Mola y Cap de Barbaria los afloramientos de mayor extensión y mejor representados. 

Asociados a este tipo de depósitos existen otros de origen continental, formados por dunas fósiles y paleosuelos. Éstos representan las zonas costeras en tierra firme próximas a las barreras de coral. Donde mejor se pueden observar es en el islote de S’Espalmador. 


Del Mioceno terminal y Plioceno (de 7 a 5,3 Ma, aproximadamente) no hay registro geológico conocido en la isla. Sin embargo, del Pleistoceno existen multitud de afloramientos representativos de los diferentes ambientes de la isla durante ese periodo. En este sentido, cabe destacar las playas fósiles como la de Es Copinyar o dunas fósiles como las de Cala en Baster.

Del más reciente periodo geológico, el Holoceno, también hay lugares de interés como Estany des Peix y Estany Pudent, dos humedales vecinos formados en depresiones posiblemente kársticas que han sido aisladas del mar abierto gracias a cordones de arena


Mapa geológico de Ibiza y Formentera: los colores lilas son Triásicos, los azules del Jurásico, los verdes del Cretácico, los amarillos del Neógeno y los grises del Cuaternario.