RUTA MARÍTIMA EN EL PARQUE NATURAL DE S'ALBUFERA DES GRAU

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Recorrido propuesto en la parada.

Al cruzar el canal que separa el islote de la isla madre, conocido como Es Pas, y que fue abierto por el trabajo continuado de las olas embravecidas por el viento de Tramuntana, nos detendremos bajo la torre de defensa costera de Sa Torreta o de Rambla. Corresponde a una torre de forma troncocónica construida a finales del siglo XVIII con piedra y mortero, que se eleva unos 25 m por encima del nivel del mar y que se estructura en tres plantas. Estas edificaciones se encuentran a lo largo de toda la costa de la isla y su misión era la defensa o vigilancia contra posibles expediciones militares invasoras o incursiones piratas que actuaban en el Mediterráneo antes del siglo XVIII. En Menorca se tiene noticia de quince torres de defensa de las cuales catorce han llegado hasta nuestros días en diferentes estados de conservación; desgraciadamente esta es una de las que se encuentran en peor estado, en gran medida por la piedra utilizada en su construcción.

La materia prima de estas edificaciones es la piedra del propio terreno; prácticamente nunca se transportaba, lo que permite la perfecta integración paisajística de estas torres. La parte inferior de la torre está construida con bloques oscuros de arena.</p><p><br></p></div>">arenisca del Paleozoico, una roca dura, como ya hemos comentado, que se utilizó para construir la parte inferior y los cimientos de la torre y que se encuentra en un relativo buen estado de conservación. En cambio, por encima se utilizó como materia constructiva rocas del Cuaternario, mucho más blandas, lo que implica que sean mucho más manejables y fáciles de cortar y trabajar, pero que por su poca dureza y compactación, son fácilmente erosionables provocando la fácil degradación, especialmente, de la parte superior de la torre. Resulta interesante fijarse en que esta degradación es mucho más importante en la cara sur que la encarada al norte

Torre de defensa de Sa Torreta o de Rambla con la parte inferior construida con bloques de areniscas del Paleozoico y la parte superior con marès del Cuaternario, bastante degradado, especialmente en la cara sur de la torre. A su pie, podemos contemplar un bonito afloramiento de capas de diferentes grosores, inclinadas y erosionadas, de areniscas y lloselles del Paleozoico (punto A).

Las rocas del Cuaternario, las podemos reconocer en el lado sur de la cala. Estas, como la gran mayoría de rocas formadas durante este periodo en Menorca, son originadas por el viento al acumular grandes cantidades de arena cerca de la costa formando dunas. Este gran amontonamiento de arena se ha producido como consecuencia de los sucesivos cambios climáticos que han afectado a la Tierra durante el último millón de años. Durante los periodos muy fríos de las glaciaciones, el agua de la Tierra se acumulaba en forma de grandes glaciares en los polos geográficos y en las montañas y, en consecuencia, el nivel del mar descendía. Durante la última glaciación, el nivel del mar en el Mediterráneo se situó unos 120 m por debajo de su nivel actual, lo que provocó que Mallorca y Menorca formaran una única isla. Este proceso provocaba que quedaran al descubierto enormes extensiones de arena, que originariamente se encontraban debajo del mar, a merced de los vientos, que, si soplaban de mar hacia tierra adentro, podrían arrastrar la arena hacia la costa formando un cordón de dunas, que al encontrar un obstáculo, como un acantilado, se depositaría en su pie. Con el paso de los años, estas arenas se han consolidado formando una roca que llamamos marès.

En estas rocas, concretamente en el bloque desprendido del acantilado y separado de la costa conocido como Es Colomar, se han identificado fósiles de Myotragus, un mamífero de la subfamilia de los caprinos. Se cree que este animal llegó a Baleares a finales del Mioceno (ahora hace unos 5 millones de años), cuando buena parte del Mediterráneo se secó. Su evolución, aislada del resto del mundo y en ausencia de depredadores, dio lugar a la especie Myotragus balearicus, con un aspecto bastante curioso, de talla reducida, unas extremidades muy cortas y robustas, unas órbitas oculares muy centralizadas y un único diente incisivo. Se piensa que los primeros menorquines convivieron con las últimas poblaciones de Myotragus provocando de una manera directa o indirecta su extinción. De hecho, la única especie de vertebrados que sobrevivió a los inicios de la ocupación humana de la isla fue la de la lagartija balear.

Si seguimos bordeando la línea de costa en dirección a Es Grau, identificaremos el contacto entre el marès del Cuaternario y las alternancias de areniscas y roca sedimentaria dominantemente arcillosa que se suele exfoliar en pequeñas losas. Similar a roca sedimentaria detrítica formada por arcilla.</p></div>">pelita.&nbsp;</p></div>">llosella del Paleozoico. Las areniscas se encuentran cortadas en su parte alta, como si fuera una gorra, por el marès. Hay que imaginarse que una enorme e intensa erosión borró una gran cantidad de materiales sedimentados durante todo el tiempo que transcurrió entre la sedimentación de estas rocas (más de 300 millones de años), permitiendo así, que estas dos rocas formadas en unos tiempos de la historia de la Tierra tan diferentes es encuentren juntas. Hace falta fijarse en que las areniscas están inclinadas, como consecuencia de la acción de grandes movimientos tectónicos y que la erosión, como si fuera un cuchillo, ha permitido la sedimentación horizontal de los materiales cuaternarios encima. En este punto, veremos en el marès abundantes líneas paralelas, en diferentes direcciones, que nos indican variaciones del movimiento del viento y, por lo tanto, de la disposición de los granos de arena.

En un pequeño entrante justo antes de llegar a la punta de Sa Pastera podremos ver el contacto entre las rocas del Paleozoico inclinadas por los movimientos tectónicos y el marès del Cuaternario sedimentado por la acción del viento. Estas se disponen sobre las primeras en forma de cuña disminuyendo su grosor hacia el suroeste, lo que nos permite identificar que el viento predominante que arrastró la arena hacia tierra adentro procedía del nordeste. Las finas líneas que muestra la roca son un reflejo de las sucesivas acumulaciones de arena por parte del viento (punto B).


Llegados a este punto, se puede optar por volver a Es Grau o bien continuar el itinerario en dirección a Addaia. La parada 4 se plantea como de transición entre las dos zonas donde se concentra el principal interés del itinerario.