RUTA MARÍTIMA EN EL PARQUE NATURAL DE S'ALBUFERA DES GRAU

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Propuesta de recorrido de la parada.

El recorrido empieza delante de una de las bocas de la mina del acantilado de Es Bou i Sa Vaca. Menorca es una isla con uno relativo poco interés mineralógico, aun así, entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX, en Menorca se registraron alrededor de un centenar de solicitudes para la explotación de minas, incluso para extraer oro. La mayoría de estas minas no prosperaron nunca y gran parte de las que lo hicieron no resultaron ser más que un intento de explotación.

En la isla la mayoría de minas pretendieron explotar minerales de cobre, como las minas Nueva Adela (en el Pla de Mar cerca de El Pilar) o la Rubia (en la montaña de El Toro), y lo hicieron en rocas rojas del Permotriásico (sedimentadas por grandes ríos entre hace 240 y 260 millones de años). Sin embargo, hay excepciones, como es el caso de las minas de la Illa d’en Colom que desarrollaron las explotaciones en las rocas oscuras del Paleozoico (depositadas en las grandes profundidades marinas hace más de 300 millones de años).

En la Illa d’en Colom localizamos dos intentos de explotación minera, por una parte, en la parte central del islote, en su lado este, en la pequeña entrada conocida como Sa Mitja Lluna se extrajeron mineralizaciones de cobre; y por la otra, en frente nuestro, en el acantilado de Es Bou i Sa Vaca se trabajó la extracción de minerales de zinc.

En las escombreras de la mina de cobre de Sa Mitja Lluna se identificaron fragmentos de cerámica de la edad del Bronce junto con fragmentos de herramientas de minero líticas prehistóricas. Esta explotación de cobre es la única de época prehistórica documentada hasta entonces en las islas Baleares, aunque muy probablemente debe haber otras, pero donde los indicios se han perdido por la actividad extractiva desarrollada a posteriori. La actividad de esta mina de cobre se habría concentrado especialmente durante el primer cuarto del siglo XX, al igual que la mina de zinc, que fue registrada en 1902, poco después de iniciar los primeros trabajos, pero que habría prolongado su actividad más que la de cobre.


Boca inferior de la mina blendífera en el acantilado de Es Bou i Sa Vaca, bastante oculta por el desprendimiento de bloques de roca (punto A). A la derecha, mineralizaciones de cuarzo (blancas) con blenda (grises) recogida en esta mina (Centro de Geología de Menorca).

Si seguimos bordeando la isla por su lado este, nos daremos cuenta de la fuerte fracturación que presentan las rocas oscuras. Nos detendremos justo en el cabo de levante del islote (Cap de Llevant), donde identificaremos el saliente intensamente fracturado en varias orientaciones. En él identificaremos unas “manchas” blancas adosadas a la roca que corresponden a mineralizaciones de cuarzo. 


Cap de Llevant de la Illa d’en Colom (punto B), intensamente fracturado y con presencia de mineralizaciones de cuarzo incrustadas en la superficie de la roca (detalle a la derecha).

La localización de las minas, al este y sureste del islote, evidentemente no es casual. Las rocas de esta parte de la Illa d’en Colom se encuentran bastante deformadas. Como producto de esta deformación, las rocas se han roto en forma de numerosas fracturas por donde circularon fluidos hidrotermales que, cargados de sílice, acabarían precipitando en forma de diferentes minerales. Es decir, las masas minerales (llamadas filones), que tuvieron interés minero rellenan antiguas fracturas.

El mineral más abundando producto de estas mineralizaciones fue el cuarzo. Pero también precipitaron pequeñas cantidades en forma de sulfuros de hierro (originando calcopirita) y en forma de sulfuros de cobre, que por su contacto con el exterior se encuentran muy alterados a minerales como son la azurita (de un chillón color azul) o especialmente la malaquita (de un no menos vistoso color verde), que serían explotados en la mina de Sa Mitja Lluna. En el acantilado de Es Bou i Sa Vaca, el mineral que se explotó fue la blenda, un sulfuro de zinc el cual suele ir acompañado de una pequeña cantidad de plata. También se identifican óxidos de hierro, como es el caso de la hematites, de color marrón-rojo. La blenda se encuentra encastada en filones de cuarzo blanco (de pequeñas dimensiones, lo que denota la baja rentabilidad de la mina) que rellenan las fracturas abiertas en la roca.

En el afloramiento que tenemos en frente, hace falta que nos imaginemos que las mineralizaciones de cuarzo que observamos rellenaban una antigua fractura y que, por lo tanto, adosada a esta pared plana había otra roca. Así, entre la roca que observamos y la que ya no está, había una fractura por donde circularon los fluidos cargados de minerales. Con el paso del tiempo esta roca que no detectamos se desprendió hacia el fondo del mar, dejando a la vista la superficie de fractura que las separaba.

De camino a la siguiente parada nos fijaremos con los diferentes colores que tiñen los acantilados por efecto, en parte, de estas mineralizaciones tan diversas.