Daños y consecuencias
Durante muchos años, la madera de la encina se utilizaba para calentar las casas y para cocinar. Así, las encinas se talaban cada poco tiempo porque eran las ramas que rebrotaban las que se aprovechaban para hacer carbón, con lo cual se conseguía evitar que el insecto se mantuviera vivo y que aumentara su población. Pero con la llegada del butano se abandonó esta actividad y las encinas que se habían ido talando se abandonaron y, por lo tanto, se fueron debilitando más que las que no se habían aprovechado nunca. Esto favoreció al insecto, que encontró un lugar adecuado para reproducirse sin problemas hasta hoy en día, que ha proliferado mucho y está dañando seriamente nuestros encinares.
En principio, el Gran Capricornio ataca a los árboles de quercíneas (encinas, alcornoques, etc.) que son viejos y que están debilitados, pero también se ha citado en olmos, almez y otros árboles frutales.
La consecuencia es que estos árboles mueren y dejan lugar a las encinas jóvenes. Pero se debe de tener en cuenta que, debido a su proliferación, el insecto puede atacar incluso a los árboles jóvenes y sanos.
Galerías provocadas por las larvas. Foto: © Luis Núñez |
Los adultos están activos durante la puesta del sol. Foto: © Xavier Canyelles |
En los últimos años, el Gran Capricornio ha provocado daños considerables en algunos encinares emblemáticos de Mallorca, especialmente debido a la sequía.
Este insecto está protegido en el ámbito europeo por la Directiva de Hábitats, dado que en el resto de Europa es más raro debido a los aprovechamientos que se hacen de los árboles, con lo cual el insecto no prolifera. A parte, las bajas temperaturas del Norte de Europa no le resultan favorables.
Pero la situación en Mallorca, aconseja controlar las poblaciones. Solo hay un dato de la existencia en Menorca (Vives, 1984).
Para conseguirlo se necesitan unos tratamientos selvícolas y fitosanitarios adecuados que hagan disminuir progresivamente los efectivos. Estos tratamientos consisten, sobre todo en la tala de los pies enfermos.
El Gran Capricornio daña sobre todo la madera, puesto que como hemos dicho antes las larvas se la comen.
No obstante, el insecto ataca los árboles enfermos, débiles o los que tienen heridas de poda y también los que son muy viejos. Cuando estos árboles mueren, dejan lugar a los otros que son más jóvenes y por lo tanto, más fuertes. Pero cuando la población de esta especie es muy numerosa puede llegar a afectar también a los árboles sanos y jóvenes.
Otro efecto es que a través de las galerías que las larvas hacen en la madera puede entrar la humedad y, por lo tanto, los hongos de pudricción, que pudren el interior del árbol.
Con el tiempo y dado que se han comido la madera, el tronco queda vacío por dentro y si hace fuerte viento se puede romper. Además, cuando el insecto sale del árbol, derrama la savia cuando se encuentra en el perído activo de movimiento. Esto provoca la rotura de los vasos conductores de la savia, con lo cual el árbol pierde su alimento y se va debilitando.
Mientras, construye las galerías y justo antes de salir, este escarabajo produce un serrín del mismo color que el de la madera del tronco y de la corteza, que queda acumulado en pequeños montones en el tronco del árbol. Este es uno de los indicios para detectar su presencia.
Aunque en las Illes Balears hay pocos casos, también se ha comprobado que el Gran Capricornio puede atacar alcornoques.
El ataque de este insecto a menudo no es demasiado grave, puesto que ataca los árboles que están enfermos. Pero debido a la sequía que hemos sufrido estos últimos años y sobre todo debido a la carencia de tratamientos silvícolas y de control, el Gran Capricornio ha proliferado mucho y en determinados lugares de Mallorca puede considerarse como una auténtica plaga forestal.
En algunos lugares, como por ejemplo en una finca de Alaró, los ataques han sido tan fuertes que ha sido necesario talar todo el encinar.
Hoy en día se está estudiando la relación de este insecto con el hongo Hypoxilum mediterraneum, que produce como una costra negra entre el tronco y la corteza del árbol llegando a matarlo. En Mallorca, se han detectado árboles muertos, incluso encinas y alcornoques, a causa de este hongo.
El Gran Capricornio tiene varios depredadores naturales que lo controlan, como por ejemplo erizos, rapaces, etc. pero dado que hay pocos y que prácticamente siempre el el insecto está muy resguardado y la población es numerosa, hoy en día está proliferando de una manera alarmante. Por eso es imprescindible controlar las poblaciones.