Daños y consecuencias

 

Las orugas de esta especie son muy voraces y se alimentan de las acículas del pino. Los daños son más graves a medida que la oruga llega a los últimos estadios de desarrollo (otoño e invierno). Atacan a los cedros y a todas las especies de pino, tanto a las autóctonas como a las introducidas.

En el caso particular de las Illes Balears, el pino blanco es casi la única especie que está presente de forma autóctona y se puede considerar incluido en el grupo I. Por lo tanto, es muy susceptible de ser atacado por el insecto.

Procesionaria del pino - Colonia de orugas enterrándose a principios de febrero. Procesionaria del pino - Orugas alimentándose de hojas de pino.
Colonia de orugas enterrándose a principios de febrero.
Foto: © Luís Núñez
Orugas alimentándose de hojas de pino.
Foto: © Francisco Grimalt

Las defoliaciones no llegan a matar el árbol, salvo que sean muy intensas y repetidas, pero lo pueden debilitar y provocar una disminución del crecimiento anual que puede ser sobre todo grave en el caso de los repoblados, puesto que pueden tardar más tiempo a constituirse masas adultas e incluso, pueden llegar a degradarse.

El hecho de que se debilite el árbol es una razón, junto con otras de tipo climático y edáfico que pueden favorecer la entrada de otros insectos, como por ejemplo los perforadores.

El hecho de tener los pelos urticantes (para las personas) hace que las operaciones de eliminación de los bolsones, se hayan de efectuar con mucho cuidado. Los casos de ataques muy severos pueden llegar a dificultar el paso por el bosque e interaccionar con los trabajos de control. Este efecto es todavía más grave en los casos de las áreas recreativas.

Servicio de Sanidad Forestal - Cabecera Baja 03.